Queridas familias:
Acaba un trimestre intenso y largo en el Colegio, en el que todos hemos dado lo mejor de nosotros mismos. Los alumnos han crecido de vuestra mano, de la de las Hermanas de María y de la de sus profesores. Vemos cómo su trabajo constante va dando frutos y ellos van alcanzando mayor autonomía y madurez. No sólo aprenden contenidos: aprenden a vivir, adquieren más fortaleza en su propia originalidad y van descubriendo cada día junto a ellos la mano segura de su Madre, con mayúscula, que siempre los sostiene en este caminar. Este final de trimestre empezamos a ver algunos frutos y eso nos anima a seguir trabajando. Algo de esto se recogerá en los próximos días en los boletines de evaluación, aunque mucho ya lo habéis visto en vuestros hijos a lo largo de estos meses.
Hemos querido enseñaros una muestra de este trabajo en la reunión que mantuvimos el pasado 5 de abril sobre “El día a día en el aula”. Quisimos que vierais cómo la pedagogía, rica y llena de matices, que hemos heredado del padre Kentenich, se va haciendo vida en el Colegio a través de tantos acentos en los que se vuelcan nuestro Departamento de Formación y nuestros profesores. El acompañamiento completo de cada niño, ayudándole a asumir su propia grandeza y entregarla a los más pequeños en el marco del Proyecto APP –amigo, protector, protegido– han sido de lo más hermoso que hemos visto. Pero no sólo eso: nuestra metodología didáctica nos ha ayudado a avanzar con los alumnos en sus aprendizajes y a disfrutar con ellos en el aula, asumiendo nuevos contenidos.
En esa reunión no cabían muchas cosas, porque lo que hacemos en el Colegio es vivir y la vida no se condensa así de fácil. Por eso, no quiero ahora olvidar la belleza de las primeras confesiones de nuestros alumnos, que llenaron las aulas de la gracia recibida en el sacramento y dieron pequeños pasos de gigantes –tamaño “2º de Primaria”– en su propio camino hacia el Cielo. También dieron algunos un paso significativo nuestros alumnos de primer ciclo de Infantil, en su propia graduación, en la que sus padres les regalasteis vuestra bendición para ayudarles a seguir creciendo. Con la Cuaresma, además, hemos mirado de nuevo hacia Alepo (Siria), donde enviamos nuestras oraciones y nuestros pequeños sacrificios, con la limosna que recogemos en cada uno de los grupos.
Y ahora, que acaba el trimestre, todo esto lo dejamos en las manos de María, en el Santuario. Dios mismo quiso coronar a María por ser la Madre de Cristo, el gran Rey del Universo, y su Compañera y Colaboradora en toda su misión de Redención. La historia de la Iglesia y de Schoenstatt muestra cómo María, coronada Reina, da la victoria en el camino de sus hijos hacia el Cielo. Y en este trimestre, hemos entendido que la Virgen nos ha dado un mensaje, por el que ha pedido ser coronada Reina del Colegio: en enero, se cayó la corona que las Hermanas de María le habían puesto en 2009 sobre el cuadro de la entrada. Diez años después, Ella quiere que recordemos que éste es su reino y hemos tomado la resolución de coronarla de nuevo el 24 de abril.
Esta corona que ofrecemos a María expresa toda la historia de su victoria sobre nuestras vidas y sobre la vida del Colegio. Así, le pedimos que venga al Colegio y reine, que siga reinando en cada una de nuestras clases, como ha venido haciéndolo durante estos casi cincuenta años de vida de nuestro Santuario: que reine en lo pequeño de cada momento y ayude a cada alumno a crecer superando sus pequeñas dificultades y retos.
Ya sabéis que la corona de María está circulando por las clases desde que la bendijo el padre Biberger, de la dirección general de las Hermanas de María, que nos visitó el pasado mes de marzo. En este camino que hace la corona, cada grupo está entregándole sus esfuerzos, oraciones, alegrías y sacrificios, para pedirle que venga de nuevo y reine, todavía con más fuerza. Os invito a uniros a nosotros en este camino de Gracia que recorre el Colegio y ofrecer vuestras familias diciendo: Madre, ven y reina.
Un abrazo,
Pablo Siegrist Ridruejo