Queridas familias:
“O todo o nada”. Esto se plantearon unos congregantes marianos hace más de cien años en una pequeña capilla al Oeste de Alemania. Y eso volvió a plantearse en este lugar un grupo de personas acompañadas y animadas por las Hermanas de María, alrededor de la misma capilla, en 1969. Todos ellos eligieron “todo”. Y lo dieron todo.
Gracias a esa elección, hoy estamos nosotros aquí. Este Colegio es hijo de la decisión generosa de unas personas que ofrecieron todo a María para que Ella pudiera establecerse en este Santuario. De él nacemos como comunidad educativa, ya que en realidad éste es un “colegiosantuario”, así, todo seguido, porque desde aquí María quiere llegar al mundo a través de cada uno de nosotros. Ella quiere llevar a cada hombre los regalos de la acogida, la transformación interior y la misión que nos entrega su Hijo Jesús, para crear así la nueva comunidad de hombres y mujeres que viven toda la vida desde el amor de Dios, agarrados fuertemente a la mano de nuestra Madre, María, que nos conduce.
Estamos aquí, por tanto, gracias a la entrega de muchas personas que han ofrecido su vida a nuestra Madre para que ella pueda traernos el Amor de Dios desde este “colegiosantuario”. Son muchos y no podemos recordarlos a todos. Pero conviene ser agradecidos: por eso, hoy queremos acordarnos al menos de algunos, en representación de todos los demás. A través de estas personas, guiadas por María, Dios se ha hecho presente en nuestra tierra: en medio de nosotros.
En los primeros años, Schoenstatt floreció en España gracias, entre otros, a la Hermana M. Laurence. Ella dio su vida de forma muy consciente, porque le detectaron un cáncer y ofreció su enfermedad para que también aquí pudiéramos conocer a María en su Santuario. El mismo P. Kentenich, que subió al Padre poco después de que las Hermanas encontraran este lugar para construir el Santuario, también ofreció su vida como capital de gracias por nosotros, como hijos de Schoenstatt en España. Por eso, podemos estamos seguros de que ambos nos protegen hoy desde el Cielo.
Del Santuario nació enseguida el primer jardín de infancia: el Kindergarten que poco a poco daría origen a nuestro Colegio. La Hermana M. Ignatis, la Hermana M. Dorotea, la Hermana M. Adelina, junto a otras profesoras, entregaron allí su vida por muchos niños y, hoy, algunos de ellos son padres de alumnos del Colegio. Con la Hermana M. Lourdes y la Hermana M. Ana ese kindergarten fue creciendo y transformándose en la Escuela Infantil “Madre y Reina».
El Colegio nació de la mano de la Hermana M. Gloria y de doña María Teresa Andreu, nuestra primera directora. La Hermana María Marcela continuó esta labor, junto a tantos profesores y personas que han entregado su vida aquí. Hoy los recordamos a todos ellos y agradecemos al Padre por su acogida y respuesta a la misión que les fue confiada, ya que su entrega ha permitido a nuestros alumnos ser quienes son y a nosotros llegar hasta aquí.
Un papel destacado, que debemos agradecer, es el de las Superioras de las Hermanas de María que han apoyado a la Escuela y al Colegio: la Hermana M. Antonieta, la Hermana Sylvia María, la Hermana M. Ana Teresa, hoy la Hermana María Montserrat. También las directoras provinciales y generales de las Hermanas de María. Gracias a todas ellas por su confianza en Dios y su apoyo a este proyecto, sabiendo que en él se cumple también la voluntad del Padre, por su Providencia.
Vemos que hay tantas personas a quienes agradecer. No podemos dejar de hacerlo cada día. Agradecemos a Dios por la entrega de todos los profesores, de todo el personal, de todas las Hermanas que cada día están dando su vida por nuestros alumnos en el Colegio. Nuestra Madre, María, ha querido escogerlos a todos ellos para conducir a nuestros alumnos hacia el Cielo. Todo ellos quieren acercarles el Amor de Dios en cada clase o en cada pequeña rutina –incluso en los exámenes–.
Y, a la vez que agradecemos por todos los profesores, agradecemos especialmente por los padres y abuelos de todos nuestros alumnos, que les han entregado la fe y han escogido para ellos este “colegiosantuario” en el que cada día quieren más a María, nuestra Madre.
Damos gracias a Ella, que ha respondido a toda esa entrega estableciéndose en el Santuario y, desde ahí, en nuestro Colegio, para traernos a todos el Amor de Dios. Si Ella ha obrado tanto con un grupo pequeño de personas, qué no hará con todos nosotros: más de 400 personas que la queremos y en las que puede confiar para marcar la Historia, para llevar el Bien, la Verdad y la Belleza desde ahora al futuro.
Le presentamos a Ella nuestro compromiso de formarnos cada día con rectitud y esfuerzo, con toda nuestra dedicación, en un lenguaje enaltecedor y comportamientos de altura, en Matemáticas y Lengua, en Ciencias y Letras, en Inglés y Alemán, para llevar el amor de Jesús a todo el mundo, como auténticos hijos de la Reina que somos.
Gracias a todos nuestros alumnos, porque sabemos que asumen este compromiso con seriedad. Ellos son nuestra promesa al mundo. Pedimos a nuestra Reina que siempre den todo por lo más grande.
Madre, no sueltes nunca la mano de ninguno de estos hijos tuyos que hoy formamos el Colegio Nuestra Señora de Schoenstatt y que queremos permanecer fieles al Amor de Dios que tú nos traes durante, al menos, los próximos 50 años, aportando nuestras vidas a tu capital de gracias.
Con confianza, te decimos: Con Cristo, su Hijo, bendíganos la Virgen María.
Pablo Siegrist Ridruejo
Director