Por fin estaba todo preparado: íbamos a poder hacer el viaje-convivencia de final de curso de 2° de E.S.O., a pesar de las restricciones que nos ha impuesto la pandemia. Todas las alumnas, la Hermana Susana María y su tutora, nos alojamos en una casa de ejercicios espirituales, donde unas Hermanas nos acogieron muy bien y tenían un jardín precioso en el que pudimos juntarnos a comer el primer día.
El lunes por la tarde, según lo previsto, visitamos la Basílica del Pilar. ¡Qué bonita estaba la Virgen! Allí recibimos un pequeño, pero significativo regalo: una pulsera con la inscripción: «quien soy deja huella», que, por detrás, tenía escrito un rasgo de personalidad que destacaba sobre cada alumna uno de los profesores que le ha dado clase o le conoce en el Colegio a lo largo de las diferentes etapas (Educación Infantil, Primaria o Secundaria). Esto nos sirvió a todas para darnos cuenta de lo valiosa que es cada una. Luego pudimos rezarle a María la oración que las alumnas habían preparado con tanto cariño, en la que le pedimos que siga siendo nuestro «pilar», donde podemos agarrarnos cada vez que nos tambaleamos o necesitamos ayuda.
No podía faltar el comprar cintas con la medida de la Virgen (¡creo que quedaron pocas en la tienda tras nuestro paso!). La idea era pensar en esas personas que son importantes para nosotros, a quienes recordamos en ese momento y les compramos la cinta.
Después de dar un paseo por esta bonita ciudad, cenamos una hamburguesa y, ya de vuelta, por la noche, en la casa, nos juntamos todas en una sala, donde jugamos y preparamos unos regalitos para nuestra «amiga protegida» del viaje. Para ello teníamos un montón de abalorios con los que hacer una «pulsera con sentido», la cual regalaríamos al día siguiente a nuestra protegida. Después, en una capilla muy bonita hicimos la oración de la noche, así nos preparamos para descansar.
El martes, visita al Parque del Monasterio de Piedra. ¡Qué lugar más bonito y cuánta belleza! Allí pudimos disfrutar estando en contacto con la naturaleza y con nosotras mismas, seguimos nuestra convivencia, estábamos prácticamente solas. También visitamos el Monasterio, que está muy antiguo, pero tiene su encanto, al pensar en la vida de aquellos monjes que por tantos siglos habitaron ese paraje de ensueño…
De vuelta a Madrid, todas las alumnas dormidas, cansadas de dos días sin parar, pero felices y agradecidas por haber tenido esta gran experiencia, donde hemos afianzado nuestra relación y donde las alumnas se han unido aún más como grupo.
Marta García-Margallo y Hna. Susana María Dinamarca
Profesoras tutoras de 2º de E.S.O. A