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El poder de la oración


No siempre sentimos a Dios: nos cuesta entender su voluntad y buscamos respuestas… No podemos entender nuestro hoy, marcado por la guerra y por tanto dolor en la humanidad: en los niños, en los jóvenes, en nuestras propias vidas… Nos surgen preguntas: ¿Dónde estás Señor? ¿No ves que te necesitamos tanto? ¿Por qué te escondes? Y puede surgirnos la tentación de abandonar, de dejar de creer en ese Dios de Amor.

Pero algo nos empuja a seguir buscando a Dios, que parece esconderse: Es el don del Espíritu Santo, que nos impulsa a ponemos en marcha para buscarle: Eso es rezar… Y entonces Él nos responde que está en medio nuestro, en ese niño, en ese joven, en ese grito, en ese lamento… en ese trozo de Pan ¡ahí estás Señor! Y nos atrevemos a saltar a ese abismo insondable de Amor.

Ese acto creyente nos regala una paz que no esperábamos, una sonrisa en medio de la desolación, una confianza única en medio de la soledad… Ese poder misterioso de la oración nos conecta con una realidad que nos sobrepasa, pero que a la vez está tan cerca, aunque nos cueste tanto reconocerla, por no poder tocarla ni percibirla con los sentidos.

Cuando nos abrimos al poder de la oración, podemos experimentar que hay Alguien que nos levanta y nos permite dar sentido a todo lo que no podemos entender. Este encuentro nos capacita para darnos a los demás, para salir a consolar, a sostener, no por nuestras propias fuerzas, sino en ese poder más grande que nos es regalado: somos entonces instrumentos. Ese es el fruto de la oración y entonces comprendemos que Dios se nos regala ahí donde ya parece no haber esperanza, se nos regala en lo más pequeño y desde ahí quiere hacer, contando con nuestras débiles fuerzas, las obras más grandes.

Y como Colegio, confiando en este poder, nos unimos con todos nuestros alumnos, el 25 de marzo para implorar junto al Papa la paz. La oración realmente es el poder más grande.

 

Hermana Susana María

Departamento de Formación