Tu santuario es nuestro Belén en cuya aurora Dios se regocija. Allí diste a luz virginalmente al Señor, quien te eligió por Madre y Compañera. En esa admirable fecundidad nos trajiste al Sol de Justicia. Con alegría, sumérgenos en el Señor y que, al igual que tú, nos asemejemos a Él en todo; haznos portadores de Cristo a nuestro tiempo para que se encienda en el más luminoso resplandor del sol.
[A partir del P. Kentenich]
Queridas familias:
Durante el año que ahora termina hemos experimentado intensamente cómo nuestra vida escolar nace, se realiza y se renueva desde el Santuario de nuestra Madre de Schoenstatt. Ahí surge la oportunidad de que todo vuelva a renacer, que todo sea nuevo otra vez. Y es que Jesús hace nuevas todas las cosas. Así, nos da siempre nuevas oportunidades de acercarnos a él. Por eso, podemos pedirle que actúe en nuestras vidas, como lo hace en el Colegio, desde el Santuario.
Este año de Jubileo, en el Colegio hemos aprovechado con mucha fuerza el capital de gracias que tantos han depositado durante los últimos cincuenta años para que María se establezca en este Santuario. También el que nosotros aportamos hoy uniéndonos a los que nos precedieron. Os animo a aprovechar este capital de gracias para vuestras familias: los que lo han entregado lo han hecho para eso, porque cuando María se establece llega acompañada de su Hijo, que es la fuente de todas las gracias.
Como nos recuerda nuestro capellán, don Borja Hernando, al hilo del Evangelio de estos días: Jesús es la Palabra de Dios que salva y, por eso, hace nuevas todas las cosas. Pidámosle a María, la llena de Gracia, que lleve a Jesús a cada uno de nuestros hogares, para que Él nos regale una vivencia intensa del amor de Dios en nuestras familias. Que nuestras casas se conviertan en el Santuario de María, ese “Belén en cuya aurora Dios se regocija”, en palabras del P. Kentenich. Ella es la Madre, Compañera y Corredentora con Jesús, es Él quien la ha elegido y Ella ha respondido magnánimamente. De ahí nace su fecundidad, el volverse puerta para que nosotros podamos llegar al Padre.
Con el P. Kentenich, le pedimos: Madre, “con alegría, sumérgenos en el Señor y que, al igual que tú, nos asemejemos a Él en todo; haznos portadores de Cristo a nuestro tiempo para que se encienda en el más luminoso resplandor del sol”. A esto os animamos en nuestra felicitación navideña, que recoge ese texto tras un precioso dibujo realizado por la alumna Elena García-Abril, ganadora del concurso de felicitaciones del Colegio.
Os deseo que estos días podáis ver especialmente la presencia del Padre en vuestras familias. Jesús está en cada uno de nuestros hijos: que sepamos mirarlos en profundidad, pues llevan esta riqueza en su interior. Ellos son el regalo que Dios nos hace como padres y nuestra misión, el camino por el que llegaremos al Cielo.
¡Feliz Navidad!
Un abrazo,
Pablo Siegrist Ridruejo
Director