Queridas familias:
Este Mes de María está siendo una ocasión preciosa para mostrar el amor de todo nuestro Santuario Colegio a nuestra Reina. Ella nos ha sido fiel siempre y nosotros le entregamos nuestra confianza, sabiendo que no nos va a dejar de su mano. Eso es lo que estamos encontrando en las flores que cada día, en el Santuario, los alumnos y las familias estáis entregando a María. “Fidelidad por fidelidad”: ésa es la vida de alianza. Respondemos juntos a su amor mostrándole el nuestro.
En esas flores a María descubrimos que el confinamiento nos ha hecho ver las cosas con una claridad nueva. El sufrimiento que estamos pasando, cada uno el suyo, no pudiendo vivir como lo habíamos hecho hasta ahora, no empaña la realidad de la belleza de la vida que se nos ha dado: al contrario, la pone de manifiesto de un modo especial y nuevo. Es lo que pasa, particularmente, con las relaciones que mantenemos entre nosotros. Ahora, valoramos más los gestos de afecto, porque sabemos cuánto valen los vínculos que hemos construido, con los que nos hemos religado y en los que hemos descubierto a Dios providente. En el Colegio lo sabemos bien: son ésos los vínculos que sustentan toda nuestra pedagogía, donde los profesores, como causas segundas, llevan a nuestros alumnos de la mano hasta el Santuario, donde se encuentran con Dios. Por eso, al pensar en volver al Colegio, nos inquieta la posibilidad de no poder mostrar cuánto nos importan nuestros alumnos, no poder darles “la mano de caballeros” de bienvenida.
Hoy, toca expresar el amor de una manera nueva. Una manera dolorosa, porque somos cuerpo y alma, no espíritus puros, y necesitamos expresar con el cuerpo las realidades del alma. Pero encontraremos el modo, igual que encontraremos la medida de prudencia para cuidar de los otros, porque nos importan, manteniendo distancias prudenciales para preservar su salud, al mismo tiempo que les diremos con las miradas y los gestos cuánto valen para nosotros. El gesto no es más que la expresión del vínculo, y el vínculo está más vivo que nunca. Lo hemos comprobado en cada clase online y en cada visita al Santuario, de la mano de las Hermanas.
Y es que también en esta época extraña nos está cuidando el Padre Dios con su mano paternal y amorosa. No es tan evidente, quizá, pero podemos encontrar sus gestos de cuidado y cariño en las puertas que va abriendo al tiempo que parecen cerrarse otras. Hemos de descubrirlas, para hacer que todo sea transparente y “ver a Dios tras todas las cosas”, como nos invita el padre Kentenich. Nuestros alumnos conocen bien la “ley de la puerta abierta”: cuando parece que se cierra una posibilidad, Dios nos abre otra proponiéndonos recorrer un camino nuevo y, al andarlo en la confianza, descubrimos que éste es un camino más adecuado que el primero.
En este tiempo pasará otra vez. Nada vence la providencia amorosa de nuestro Padre Dios, que sigue cuidando de nosotros, sus hijos, con el mayor amor. El salmo 91 nos lo recuerda: “a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en sus caminos”. Nosotros sabemos que no sólo a ellos: Él nos ha regalado una Madre, que es Reina de toda la Creación, y no cesa de cuidarnos.
Un fuerte abrazo,
Pablo Siegrist
Director