Las matemáticas se encuentran entre las asignaturas que, tanto familias como alumnos, consideran más importantes en la formación académica. Sin embargo, también ocupa los primeros puestos entre las que provocan más animadversión entre los estudiantes.
Uno de los factores más relevantes que provoca este rechazo hacia la asignatura, es la tremenda carga teórico-abstracta y el enfoque mecanicista que se le da a la enseñanza de la asignatura. Los alumnos aprenden a resolver algoritmos y aplicar fórmulas sin saber qué utilidad tienen para la vida real. Ya en los años 70, el Dr. Hans Freudenthal, matemático de origen alemán, se dio cuenta de lo poco funcional que resultaba aprender unas matemáticas tan abstractas, y dedicó su carrera a promulgar la importancia de los contextos y del aprender haciendo.
Hace tiempo que nuestro Colegio trabaja las matemáticas desde un aprendizaje significativo, llevándolas al ámbito de interés de los alumnos, para resolver problemas cotidianos y vivir experiencias reales con la asignatura. No debemos explicar el algoritmo de la suma y la resta sin que los alumnos vivan la necesidad de aprenderlo porque les resulta útil para su día a día. Trabajamos minimizando la visión del alumno como receptor pasivo de unas matemáticas prefabricadas, y maximizando las situaciones reales en las que participa.
El rol del profesor cambia sobremanera en este contexto de enseñanza-aprendizaje. Pasa de ser un profesor que dicta, a un presentador de situaciones reales a resolver, y acompañar a los alumnos en el proceso de resolución de las mismas. Aquí es donde cobra mucha importancia el proceso de indagación de la metodología Schoenstatt. Podemos enseñar a calcular el perímetro y el área de forma mecánica a nuestros alumnos, o pedirles que ayuden al profesor que se ha comprado una casa, indagando sobre si es posible que construya una cancha de baloncesto como la del colegio en su nuevo jardín. Una vez comprueban la dimensión práctica y su aplicación a la vida real, tenemos abiertas las puertas de la mente del alumno para la incorporación de una nueva herramienta matemática útil. Tenemos claro que es mejor llamar y esperar a que abran la puerta que forzar la cerradura.
D. Julio García
Comisión de Innovación Pedagógica