En la celebración de la Fiesta del Colegio, en la que conmemoramos 50 años de nuestro origen, hemos recibido muchos regalos. Quiero compartir con vosotros uno muy especial. Se trata de una persona a la que hemos invitado a formar parte de nuestro Santuario Colegio, porque es un modelo de confianza audaz: San José.
Junto a la imagen de María coronada como Reina en la entrada de nuestro Colegio hemos colocado un cuadro de San José, para que nos recuerde que estamos en un tiempo en el que urgen personalidades que sepan arriesgarse con la fuerza de Dios para colaborar en la construcción de un mundo mejor.
Nuestro Capellán, don Borja Hernando, describió, en la homilía de la Eucaristía de la fiesta, siete rasgos que concretan ese ser audaz y que cada uno de nosotros podemos apropiarnos para hacer un proceso de autoeducación y llegar a ese ideal.
1.- San José es un hombre justo, es decir, conoce quién es él y quién es Dios: reconoce su pobreza y se abre a la iniciativa de Dios. Su trabajo lo vive como colaboración al Plan divino. Quizá alguno de nosotros encuentre en él una llamada de Dios a colaborar en el Plan divino…
2.- San José es el hombre de la fe asombrada. Tuvo el privilegio de asistir a hechos sorprendentes, que provocaron en él una adhesión asombrada de fe: la maternidad virginal de María, la Encarnación del Hijo de Dios en Nazaret y su nacimiento en Belén. Y ante esos asombrosos milagros de Dios, José respondió con la fe, tomando la responsabilidad de las cosas y afrontando las situaciones con entereza y fortaleza de ánimo. Quizá alguno de nosotros encuentre en él una llamada a responder con fe a los milagros que Dios ha hecho, hace y hará en el Santuario Colegio.
3.- San José es el hombre de una existencia paradójica: el “prescindible necesario”. En los planes de Dios, José no es de ninguna manera un personaje superfluo. Es cierto que para Dios nadie resulta imprescindible, pero en su modo de hacer las cosas ha “necesitado” de los hombres. Quizá alguno de nosotros esté llamado a ser ese prescindible-necesario y así entenderse y entender a los demás como colaboradores al servicio de un Plan muy alto, el Plan de Dios.
4.- San José es el hombre del silencio fecundo. Una de las cosas que más llama la atención es que, en ninguno de los relatos del Evangelio que hablan de José, se dice que pronunciara una sola palabra. Podríamos decir que sus palabras son sus obras. Quizá alguno de nosotros quiera vivir así, hablando con su vida…
5.- San José es el hombre de la disponibilidad obediente y la prontitud confiada. En los tres momentos en que el ángel del Señor se aparece a José se da el mismo esquema: el anuncio del mensaje y la respuesta decidida de José por medio de la acción. Los textos ponen de relieve la actitud de disponibilidad obediente y prontitud confiada de José. Igual alguno de nosotros está dispuesto a vivir así, con esa disponibilidad obediente sin discutir, sin pleitear, sin poner objeciones a lo que Dios dispone respondiendo con prontitud confiada.
6.- San José es el hombre de la fortaleza inquebrantable. Es presentado como el hombre valiente y decidido que, tomando la responsabilidad sobre Jesús y María y buscando el bien para ellos, se pone en camino hacia el destierro. Quizá alguno de nosotros esté disponible para que, en este tiempo de dificultad, viva del mismo modo que San José…
7.- San José es el administrador fiel de los misterios de Dios. El administrador administra algo que no es suyo, lo que no le pertenece y, por tanto, no tiene ningún derecho a apropiárselo. Como buen administrador, José ha respetado lo que ha recibido y lo ha entregado con fidelidad. Lo que hemos heredado, necesitamos conquistarlo para poseerlo y así transmitir a las futuras generaciones lo mismo que hemos recibido.
Damos gracias, pero damos gracias recibiendo, acogiendo y sirviendo a la herencia recibida con una fe heroica y audaz. San José lo permita hasta el final.
Hna. María Crevillén
Jefa del Departamento de Formación