Queridas familias:
Pronosticaba el padre Kentenich en 1950 que el Estado, llevado por un ansia de control del futuro de la sociedad, podría algún día suprimir toda subvención o apoyo a la educación católica confesional. Parecía imposible entonces, pero él veía una tendencia al bolchevismo en algunas élites europeas que provocaría, en algún momento, la tentación de expulsar la religión del ámbito de la educación. Esto se recoge en el libro Pedagogía para educadores católicos, que compendia una serie de conferencias dictadas aquel año en Schoenstatt. Ante esto, el padre Kentenich pedía hombres previsores capaces de preparar un repliegue al ámbito educativo privado, creando entornos para la formación de las generaciones que favorecerán el despertar futuro de la sociedad hacia lo bueno, lo verdadero y lo bello.
Hoy, algunas prácticas administrativas y cambios normativos parecen estrangular la educación católica tradicional. Nos encontramos con tensiones sociales provocadas que pasan de lo subterráneo a lo externo, a través de ciertas regulaciones que exigen un modo nuevo de formación para los jóvenes. El contexto sanitario, además, puede alimentar ciertos miedos que nos tientan a encerrarnos en nosotros mismos y a evitar abrirnos a construir con los otros un mundo más equilibrado y justo. Las relaciones comienzan a concebirse como amenazas y no como complementos necesarios a mi identidad personal, que me posibilitan crecer en la donación al otro. Surge la desconfianza y, a veces, incluso, el abandono de muchos que nos son cercanos. Nos sentimos perplejos y confundidos.
En este contexto, está nuestro Colegio, que tiene una vocación clara de sostener a cada persona. De hecho, hay aquí una estructura educativa muy concreta, pensada para recoger a cada alumno en su integridad y a impulsarlo, animándolo a abrazar su propio proceso de autoeducación desde su motivación más profunda. En el Colegio hay una apuesta decidida de un conjunto sólido de profesores, orientadoras y Hermanas de María que, desde distintos departamentos e instancias, ofrecen una altísima calidad humana que educa lo más íntimo de la persona. Esta estructura pedagógica tiene la llave para dar respuestas a nuestros alumnos y prepararlos para afrontar el momento presente, acompañando la maduración de cada uno de ellos.
En el Colegio, apostamos por ofrecer a nuestros alumnos cada día ese entorno privado y protegido del que hablaba el padre Kentenich, preservando nuestra autonomía y libertad para el bien de todos. Buscamos dar sentido, transfigurar la realidad actual, haciendo fuertes a cada uno de los que forman esta rica comunidad de vida. En esta comunidad, destacáis las familias, que fortalecéis a vuestros hijos con vuestra entrega permanente, generosa y cotidiana.
La familia es, desde luego, el núcleo esencial de la sociedad y, a toda costa, debe ser protegida y salvada. El Colegio trabaja con vosotros y os complementa, ofreciendo a vuestros hijos un entorno de crecimiento saludable donde pueden aspirar a lo más alto y ofrecer la mejor versión de sí mismos. Es tiempo de invertir en la escuela privada y en la familia. Es tiempo de hombres previsores, que apuestan por lo esencial: la persona.
Un fuerte abrazo,
Pablo Siegrist Ridruejo
Director